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La cueva funeraria de Salomé, la partera de Jesús, escondía la tumba de una rica familia judía

Las excavaciones en una cueva funeraria de Israel de la época del Segundo Templo (siglos VI- I a.C.), tradicionalmente identificada como el lugar de enterramiento de Salomé, una partera que presenció el nacimiento de Jesús según las escrituras no canónicas, han descubierto que el lugar, ubicado a unos 35 kilómetros al suroeste de Jerusalén, fue tanto una importante tumba de una rica familia judía como un lugar de peregrinación cristiana.

En los trabajos para acondicionar el sitio de cara al acceso público, los arqueólogos de la Autoridad de Antigüedades de Israel (IAA por sus siglas en inglés) han desenterrado delante del acceso a la cavidad un gran patio de 350 metros cuadrados rodeado por muros y con un suelo formado por losas de piedra y mosaicos.

Esta sería la monumental entrada del nicho de una importante familia judía de hace unos 2.000 años.

Los investigadores también han documentado pruebas de que la cueva, ubicada en el bosque de Lachish, continuó en uso durante el periodo bizantino y los primeros compases de la ocupación islámica.

En el citado patio se han encontrado los vestigios de una serie de puestos donde se vendían o alquilaban lámparas de aceite, hechas con arcilla, que habrían sido utilizadas en las ceremonias religiosas celebradas en el interior del lugar, como una suerte de velas de las actuales iglesias.

Entre los restos arquitectónicos han aparecido decenas de estos candiles completos, según Nir Shimshon-Paran y Zvi Firer, los directores de las excavaciones.

La cavidad volvió a salir a la luz hace cuatro décadas debido la acción de los saqueadores, momento en el que se investigó parcialmente.

El sitio consta de varias cámaras con múltiples nichos funerarios excavados en la roca y osarios rotos, un tipo de recipientes en los que los judíos depositaban los huesos de sus difuntos tras ser inhumados de su enterramiento primario. Como testimonian las cruces y docenas de inscripciones grabadas en las paredes —algunas en árabe—, la cueva de Salomé, como es conocida hoy en día, fue reconvertida en capilla cristiana dedicada a este personaje y lugar de peregrinación hasta el siglo IX.

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