Ciencia

Según estudio, uno de cada cuatro padres tiene dificultades para lograr que sus hijos se duerman

Parte de esto se relaciona con una mala higiene del sueño, pero otra parte también se debe a las oscuras preocupaciones que albergan los niños, informan los investigadores.

Los padres de niños que no duermen son menos propensos a tener una rutina a la hora de acostarse, más propensos a salir en un video o programa de televisión, y más propensos a quedarse con sus hijos hasta que se duerman, señalaron los investigadores.

“Establecer una rutina constante a la hora de acostarse es crucial”, dijo Sarah Clark, pediatra y codirectora de la Encuesta Nacional sobre la Salud Pediátrica C.S. Mott del Hospital Pediátrico C.S. Mott de la Universidad de Michigan.

“Cuando esta transición a la hora de acostarse se convierte en un conflicto nocturno, algunos padres podrían caer en hábitos que funcionan en el momento, pero que podrían prepararlos para más problemas de sueño en el futuro”, planteó Clark en un comunicado de prensa de la universidad.

Sin embargo, casi una cuarta parte de los padres dicen que el sueño de sus hijos se retrasa a menudo u ocasionalmente porque están preocupados o ansiosos.

Más de un tercio de los padres dicen que sus hijos tienden a despertarse molestos o llorando por la noche. Más del 40% dice que su hijo se muda a la cama de sus padres y alrededor del 30% dice que el niño insiste en que uno de los padres duerma en su habitación.

“Aunque esta es una parte normal del desarrollo de un niño, puede ser frustrante cuando los padres ya se sienten cansados al final del día”, dijo Clark.

“Los padres deben encontrar un equilibrio entre ofrecer tranquilidad y comodidad mientras mantienen algunos límites que ayuden a garantizar que todos, tanto los niños como los adultos, duerman lo suficiente”.

Alrededor de 1 de cada 5 padres dicen que les han dado melatonina a sus hijos para ayudarlos a dormir, una medida que, según los expertos, debe abordarse con precaución.

Los productos de melatonina no se han sometido a pruebas rigurosas de seguridad y efectividad, y se desconoce su impacto a largo plazo en el crecimiento y el desarrollo de un niño.

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