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Agricultor dedicó más de 40 años a cultivar un bosque en forma de guitarra en honor a su difunta esposa

 

En el corazón de Córdoba, a solo 20 kilómetros de General Levalle, Argentina, se esconde un secreto natural que cautiva a quienes lo descubren. La Estancia La Guitarra, un homenaje al amor imperecedero, emerge como un hito único en el paisaje sureño de la provincia.

En el suelo es imposible observar la forma de guitarra de este pequeño bosque porque uno está rodeado de hileras de árboles. El propio creador nunca pudo admirarlo desde el aire porque, confesó, tenía miedo a volar.

La historia de la Estancia La Guitarra se remonta a la pasión ecológica de Graciela Yraizoz, una joven local cuyo sueño era convertir esa llanura de General Lavalle en una guitarra “natural”. Esa idea se la contó a su esposo, Pedro Martín Ureta, quien lo tomo a la ligera.

Sin embargo, en 1977 Graciela murió a causa de un sorpresivo aneurisma. Dolido por la prematura partida de su esposa, Ureta decidió hacer realidad el sueño del bosque en forma de guitarra.

Pedro dedicó cinco años de arduo trabajo para materializar el bosque de los sueños de su esposa, plantando 7 mil árboles en forma de guitarra.

La guitarra está construida en sus contornos por pinos cipreses californianos de color verde oscuro, las 6 cuerdas de la guitarra están hechas con eucaliptos medicinales de un tono característico azulado, el puente al igual que la estrella que decora la boca de la guitarra, están delineadas por pinos cipreses de piña”, explicaron.

La creación de la guitarra de árboles tuvo que sortear numerosos desafíos. A pesar de consultar a varios paisajistas, Pedro decidió emprender el proyecto por su cuenta, llevando años de cuidado y paciencia para que los árboles crecieran y la guitarra alcanzara su esplendor.

 

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