Columnista

Más allá de los barrotes

Por: Enrique del Río

Abogado, magíster en derecho, profesor universitario, columnista


¡Justicia! Grita fuerte el mundo como lo haces tú diariamente, al tiempo que las crudas imágenes de la desgracia forman parte del paisaje al que, extrañamente, nos hemos acostumbrado. A pesar del reclamo, ha muerto gran parte de la sensibilidad social. Pocos se inmutan, de hecho, se alegran ante la tragedia inmerecida de otros. No es asunto de importancia mientras no los toque, olvidando que el malestar de unos puede ser de todos en cuestión de instantes.

Ungidos han quedado los hombres de la potestad de juzgar, eso bien lo sabes, deciden según la ley sobre lo bueno y lo malo para lograr el equilibrio, aunque a veces la apariencia de legalidad contenga el más crudo desatino permitiendo la inversión del orden lógico en la escala de valores. Los inicuos celebran a boca llena y gozan de transparente imagen, mientras los de alma noble soportan la tortura de la lúgubre mazmorra humedecida con el permanente llanto de la impotencia. Son tiempos insólitos y debemos proseguir con respeto, esperanza y firmeza.

¡Distantes de la verdad! Son en ocasiones son los axiomas que dictan los hombres, aquello no te es extraño, son tan falibles y endebles como la naturaleza de las obras de nosotros los mortales. Por eso es imperativo que el alma del juzgador, el de día o el de noche, se halle libre del odioso prejuicio y alejada de cualquier interés protervo. Esos factores pueden nublar el juicio del más agudo e inteligente de los seres.

Íntegra siempre has sido, de eso no tengo duda, no habrá trampa terrenal que cambie tu norte, ni cadenas que opaquen tu brillo. Saldrás aun sin salir y hablarás en silencio, así resulta ser la grandeza que te es propia, ilimitada al igual que la fuerza que nos falta cuando recordamos tu sufrimiento. No me encandila el aprecio que me nació tener por tu familia sin que nada ni nadie me lo impusiera, eso puedo hacerlo con fervor y al tiempo mirar tu causa con objetividad académica para reiterarte mi absoluta convicción sobre de tu inocencia.  

¡Tiempo perdido! O quizá tiempo ganado representa este segmento vital en que no estás con los tuyos o posiblemente te encuentras donde una fuerza superior y amiga te necesita para cumplir una misión importante. Lo estás logrando, has cambiado la vida de muchas personas que necesitaban tu luz y ahora la tienen. Ahí únicamente habitaba la desesperanza ahora hay un núcleo de solidaridad y empatía. De la fragilidad nació un gran propósito.  

Huellas perennes dejas en tu andar, ese lugar en el que ahora estás forzadamente no será la excepción. Tu indudable liderazgose canaliza hacia una población ignorada y maltratada que seguramente podrás ayudar con más ahínco desde donde debes estar, en libertad.

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