En una acción militar sorpresiva que sacudió el tablero geopolítico mundial, Estados Unidos ejecutó este sábado un ataque aéreo de gran envergadura contra tres de las instalaciones nucleares más estratégicas de Irán: Fordow, Natanz e Isfahán.
El expresidente Donald Trump, quien ha retomado protagonismo en el escenario internacional, confirmó la ofensiva a través de su cuenta en Truth Social, calificándola como un “éxito total”. Según el propio Trump, la operación fue “completada con gran precisión” y todos los bombarderos regresaron sin incidentes a territorio estadounidense.
Los ataques fueron realizados con bombarderos furtivos B-2A Spirit, capaces de evadir radares y golpear con exactitud objetivos críticos incluso en zonas altamente defendidas. El principal blanco fue el complejo subterráneo de Fordow, considerado un pilar del programa nuclear iraní. También se atacaron las instalaciones de Natanz e Isfahán, clave en el desarrollo de misiles balísticos de largo alcance.
Hasta ahora, no hay cifras oficiales sobre daños ni víctimas, y las autoridades iraníes no han emitido una respuesta pública. Sin embargo, la comunidad internacional sigue el desarrollo de los acontecimientos con creciente preocupación ante el riesgo de una escalada bélica en Medio Oriente.
Trump declaró que esta operación marca “un momento histórico para Estados Unidos, Israel y el mundo”, y llamó a Irán a cesar su avance nuclear y poner fin a la “guerra regional”. Desde la Casa Blanca se indicó que el objetivo principal del ataque fue frenar de forma definitiva las ambiciones nucleares de Teherán.
El mundo observa en vilo.
