Encuentran nuevo dinosaurio en Argentina: tenía los brazos más pequeños que un tiranosaurio

Todo empezó con una garra. Mientras buscaban nuevos fósiles de dinosaurioen la Formación La Colonia de Argentina, los paleontólogos se fijaron en el único hueso de un dedo de una pata que sobresalía de la antigua roca. Cuando excavaron, encontraron un nuevo dinosaurio, un carnívoro que vagó por la Patagonia prehistórica varios millones de años antes de que el impacto de un asteroide pusiera fin al Cretácico.
El nuevo dinosaurio resultó ser un carnívoro de hocico corto conocido por los expertos como abelisáurido. Diego Pol, paleontólogo del Museo Paleontológico Egidio Feruglio de Argentina, y sus colegas lo bautizaron como Koleken inakayali, en homenaje a Inakayal, un jefe fallecido del pueblo indígena tehuelche de la Patagonia oriental, y un nombre de su lengua teushen que significa “procedente de la arcilla y el agua”.
Pol, explorador de National Geographic, y sus colegas descubrieron el Koleken como parte de un esfuerzo continuo por comprender la evolución de los dinosaurios antes de la extinción masiva que cambió para siempre la biodiversidad de la Tierra hace 66 millones de años.
Tras el descubrimiento de la primera garra, Pol y sus colegas volvieron al yacimiento con la esperanza de encontrar más. “Descubrimos que había una concreción justo debajo de la superficie de donde procedían todos estos huesos”, explica el paleontólogo, cuyo estudio se publicó esta semana en Cladistics.
El equipo recogió cuidadosamente huesos del cráneo que ya se habían desprendido de la roca y estaban esparcidos por la concreción, así como diversas partes de la columna vertebral, las caderas y las extremidades del terópodo.
Encontrar huesos de dinosaurioarticulados entre sí es relativamente raro, sobre todo si se tiene en cuenta la cantidad de sedimento necesaria para enterrar y conservar un animal que podía llegar a medir más de 6 metros.
Sin embargo, no fue inmediatamente evidente que Koleken fuera un nuevo dinosaurio. Décadas antes, en 1985, los paleontólogos dieron el nombre de Carnotaurus a un famoso carnívoro de la misma formación geológica.
El “toro carnívoro” se convirtió rápidamente en una celebridad de los dinosaurios, caracterizado por los cuernos triangulares que sobresalían por encima de cada ojo. Sin embargo, Pol y sus colegas no encontraron ninguna señal de cuernos u otros rasgos característicos del Carnotaurus, lo que indicaba que los huesos del carnívoro que habían recuperado pertenecían a una especie que nadie había visto antes.
“Los argumentos de los autores me parecen muy convincentes”, reconoce Mauricio Cerroni, paleontólogo del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, que no participó en el nuevo estudio.
Esto se debe a que las diferencias entre las especies son claras: los huesos nasales de Koleken y Carnotaurus, por ejemplo, se distinguen fácilmente entre sí, y la falta de cuernos anchos en las cejas de Koleken es otro punto que los diferencia.
Se desconoce si Koleken y Carnotaurus vivieron juntos. La Formación La Colonia abarca unos cinco millones de años, por lo que los dos carnívoros podrían haber sido contemporáneos o estar separados por millones de años. No obstante, el reciente descubrimiento ha proporcionado a Pol y sus colegas más información sobre la evolución de los abelisáuridos de hocico corto a finales del Cretácico.
Estos carnívoros prosperaron por gran parte del hemisferio sur, desde el Carnotaurus en Argentina y el Rugops en Níger hasta el Majungasaurus en Madagascar, entre otros pocos puntos del globo.
Mientras los tiranosaurios vivían a sus anchas en Norteamérica y Eurasia, los abelisáuridos se contaban entre los carnívoros más extendidos y diversos de los continentes meridionales. Los abelisáuridos prosperaron junto a grandes dinosaurios saurópodos: el herbívoro de cuello largo Titanomachya, nombrado por Pol y sus colegas de la misma formación a principios de este año, puede haber sido presa de Koleken.
“Los abelisáuridos se encuentran entre los carnívoros más notables y fascinantes del Cretácico, con una variabilidad única en la ornamentación del cráneo, como crestas, cúpulas y cuernos”, destaca el explorador de National Geographic.
Los carnívoros tenían un aspecto algo rechoncho en comparación con los tiranosaurios más familiares. En vida, los brazos de los abelisáuridos apenas sobresalían del cuerpo, describe Federico Agnolin, paleontólogo del museo argentino, que tampoco ha participado en la nueva investigación.
Los abelisáuridos tenían cráneos cortos y profundos, cuellos gruesos y brazos robustos, una combinación inconfundible de rasgos que hace que los carnívoros sean reconocibles al instante.
“Los abelisáuridos tenían unos brazos ridículos, incluso en comparación con los tiranosaurios. También poseían enormes huesos en los hombros, pero brazos extremadamente cortos con múltiples dedos pequeños, claramente inútiles en cualquier forma de captura de presas y, sin embargo, de alguna manera bastante flexibles”. “Todavía no sabemos para qué utilizaban sus extremidades anteriores”, indica el paleontólogo.