Cartagena

Giovanni Meza hace un llamado al Presidente Petro, Dumek Turbay y Yamil Arana: “ustedes cuentan con el respaldo popular”

Amigos y Gobernantes, la prosperidad y bienestar de los bolivarenses y de los cartageneros dependen de cuánto pueda hacer el Estado Nacional para pacificar los Montes de María y los Territorios Comunes que Bolívar comparte con Antioquia, Cesar, Magdalena y Santander, asolados por la violencia de los Grupos Armados Ilegales vinculados al narcotráfico, la minería ilegal, el abigeo, la extorsión, el secuestro, el robo de tierras, el sicariato y la trata de personas.

Todos estos delitos se materializan en la pérdida del control del territorio por los desplazamientos forzados que generan, por el aumento de la influencia social de los violentos, por la participación de los delincuentes en la formación del poder público; y por la desviación de las rentas nacionales hacia el fortalecimiento de las estructuras guerrilleras, paramilitares y de los grupos de delincuencia organizada,  que enfrentan con las armas a los Gobiernos y asuelan a las comunidades de los civiles.

Todo este desorden, finalmente, termina significando desabastecimiento, inseguridad y aumento de las tensiones sociales en los centros urbanos. Cartagena será el principal foco del conflicto social desbordado.

Ustedes, que son Gobernantes que cuentan con el respaldo popular mayoritario y que se aplican a la tarea diaria de responderle a sus Comunidades, que lo hacen con una dedicación que supera la resistencia física y mental común entre quienes ejercen liderázgos políticos, saben que sin Paz el progreso y el bienestar son solo una aspiración, eternamente aplazada.

Enfrentar a los violentos es una tarea que solo se puede alcanzar con el liderázgo y los recursos de la Nación y con la colaboración y el ejercicio de los poderes y competencias locales con probidad, transparencia, oportunidad y con eficacia. ¿De qué sirve repetir la metáfora de Alí Babá y sus 40 ladrones?

El Pueblo, hastiado, ni aprueba, ni les perdonará eso.

En esta visita presidencial, la sociedad bolivarense espera de Ustedes, en especial del Señor Presidente de Colombia, un mensaje alentador que haga posible que los ciudadanos podamos encontrarle sentido a la acción coordinada entre Ustedes para emprender proyectos complejos en materia económica, ambiental, urbanistica y de asistencia pública.

Hacer todos esos esfuerzos institucionales previstos en los diferentes Planes de Dearrollo, sin pacificar las zonas de conflicto en el Departamento de Bolívar, es como fortalecer el corazón, que es la máquina impulsora de la vida en  el enfermo, mientras colapsa el cerebro que queda imposibilitado para cumplir la función de darle  sentido y significado a la existencia humana.

Presidente Petro, Gobernador Arana, Alcalde Dumek, las comunidades asentadas en los territorios de las periferias rurales y en los centros urbanos, esperamos con ansias que la institucionalidad colombiana despliegue sus alas protectoras y que prevalezca sobre los designios de los violentos.

De otra manera, el progreso y el bienestar con democracia, hará del Departamento de Bolívar una especie de enfermo terminal en estado vegetativo.

En Cartagena, amigos gobernantes, se repitará la historia de la Reina  que terminó en el cadalso por gastar sus caudales en joyas, adornos y maquillaje; por aplicarse a la tarea de construir un palacio en mármol, con magnificas fuentes y jardines, mientras más allá de las murallas, se revive la memoria de un Nuevo Chambacú.

Habremos construído un inmenso «tugurio de estrato tres» en el que los cartageneros cuentan con escuelas a las que los chicos no van porque se quedaron sin esperanzas; una ciudad en la que los servicios de agua potable, alcantarillado y luz eléctrica, colapsan porque no hay con qué pagar las facturas; un abigarrado proyecto urbano con hospitales llenos de enfermos del cuerpo y de la mente; unas barriadas con calles pavimentadas, casas en mampostería con pisos de cemento, baños y cocinas enchapadas, mientras en los fogones apagados las ollas y calderos permanecen vacíos porque lo que se gana no alcanza, los subsidios que se reciben son insuficientes y por todo eso «no hay con qué comprar» una comunidad a la que la necesidad y el hambre le habrán robado el alma.

Por: Giovanni Meza

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