Jack Gleeson, la estrella que abandonó la actuación para estudiar filosofía y pagó caro ser el villano de “Game of Thrones”
Jack Gleeson parecía tener un potencial prometedor y el futuro asegurado. Reconocido por su interpretación del despiadado niño rey Joffrey Baratheon en la exitosa serie Juego de Tronos (2011), repentinamente, en la cima de su carrera, desapareció de la escena.
“Estoy feliz de sacrificar un gran sueldo por mi felicidad, si no es algo demasiado cursi para decirlo. Probablemente sea más ingenuo que maduro decir eso, tal vez, pero así es como me siento”, dijo.
En una entrevista con el Irish Independent expresó: “Cuando empecé a hacer Juego de Tronos, quizás la realidad se hizo demasiado real para mí. El estilo de vida que conlleva ser un actor en una serie de televisión de éxito no es algo que me atraiga”.
Efectivamente, su incursión en la actuación fue más bien por necesidad de encontrar una actividad en la que participar.
A pesar de interpretar al monstruoso Joffrey en Juego de Tronos, todos sus compañeros de reparto lo han descrito como uno de los actores “más amables y amigables” con los que jamás hayan trabajado.
Y aunque su fama y éxito fueron rotundos, no fue un trabajo que le trajo felicidad. Quizá la razón principal por la que a Jack no le entusiasmaba tanto interpretar a Joffrey fue su desinterés por el ambiente de trabajo en el set.
Específicamente, no le atraían los aspectos artificiales de la producción de una serie repleta de efectos visuales, como era el caso de la popular serie.
“Cuando vas a un set, te das cuenta de que la realidad tan intensa que ves en la serie de televisión es producto de una enorme cantidad de edición, procesamientos y narración que no están presentes en el día del rodaje”, confesó.
Al actor no le agradaba su trabajo: confesó que no le gusta decir malas palabras y normalmente lo evita en los ensayos para hacerlo sólo en la toma.
Gleeson no sintió una conexión especial con la serie que lo catapultó a la fama. De hecho, no le interesó ni en la serie ni las novelas en las que se fundamenta, de las cuales sólo llegó a leer una antes de darse cuenta de que no tenía la capacidad de atención necesaria para continuar.
La realidad es que se fue de Hollywood por maltrato del público. Encarnó a uno de los villanos más crueles de la TV, y su trabajo fue tan creíble que la audiencia lo odió. Jack tuvo que desaparecer del ojo público: era el rostro más despreciable de la pantalla.
Los fans no pudieron separar la realidad de la ficción y amenazaron con quitarle la vida. Fue tratado como la peor de las personas, cuando en la vida real era muy diferente, según sus propios colegas, “era un chico muy dulce”.
A pesar de que su participación en Juego de Tronos le otorgó gran fama y riqueza, reconoció que no le interesa demasiado.
Aseguró llevar una vida lo más ordinaria posible, viviendo solo en un departamente en Londres que describió como “bastante común”. Incluso dijo que prefiere mantener la simplicidad y ocuparse de sus propios asuntos en lugar de centrarse en la fama.