Opinión

La gente, nuestro más preciado patrimonio

Por: Iván Sanes

Director de Icultur; abogado e ingeniero de Sistemas; magíster en Derecho y Gestión Urbanística; magíster en Educación; especialista en Gestión Gerencial, en Derecho Administrativo y en Derecho Urbano.

Cada vez que recorro los territorios del Departamento de Bolívar, me reúno con sectores poblacionales, o me invitan a otras ciudades donde coincido con profesionales cartageneros, me surge la idea de que el mejor patrimonio que tiene nuestra ciudad siempre será su gente. La puesta en valor de este patrimonio tangible está en deuda.

Cartagena de Indias no escapa de la profunda polarización en la que está sumido desde hace años el país. Nos han dividido entre buenos y malos. El tejido social y la confianza están rotos. Somos una sociedad reventada por los resentimientos y la pugnacidad propia que genera tanto fracaso administrativo.

En nuestra ciudad se estila aquello de sobreexponer los errores, pecados y debilidades del otro mientras las virtudes, aciertos y fortalezas se esconden como una estratagema de mezquindad sin sentido. Razón hay en esas voces que nos acusan de ser un balde de cangrejos, una sociedad caníbal que le da urticaria ver que al otro le vaya bien.

Por eso hay tanto cerebro fugado, irse de Cartagena como mecanismo de liberación es una situación nefasta que necesitamos revertir entre todos, porque todos, de alguna forma, somos artífices pasivos.

Las comparaciones siempre serán odiosas, pero el sentimiento identitario de los barranquilleros ha sido fundamental para su desarrollo en estos últimos 20 años. El Junior, El Malecón del Río, el Carnaval de Barranquilla, Shakira, Rentería, El Metro, La ventana al mundo, el mismo sector privado de Barranquilla, pero sobre todo su gente, hacen parte de su patrimonio, se trata de ese orgullo propio que le hace trabajar por una mejor ciudad, con todo y sus altibajos.

En nuestra Cartagena de Indias debemos tener presente, por citar algunos ejemplos, las gestas de las excampeonas mundiales Berenice Moreno y la Chechi Baena; la resiliencia, pujanza y visión empresarial de Dayanna Torres, Fidel Lettoau o la familia Iriarte; los extraordinarios resultados de organizaciones como Mutual Ser y Coosalud, el ejemplo de urbanismo incluyente y sostenible que nos brinda el proyecto Serena del Mar; la maravillosa obra del escritor Enrique ‘Kike’ Muñoz Vélez.

El talento de Freddy Marimon para dominar las olas del mar, las bellas melodías de Juan Carlos Coronel, la fantasía de sabores de Leonor Espinosa, los finos pincelazos del Maestro Alfredo Guerrero, la energía infinita de Finita de Benedetti, el amor por el arte de la querida Yolanda Pupo de Mogollón, el sonido bestial de la pelota en el bate de Gio Urshela, el silencio después de una pregunta del gran formador de abogados Roberto Gamboa o la dulce voz de Cenelia Alcazar por mencionar un pequeño grupo porque de mencionarlos a todos no tendría final. Por eso y más, es bueno, pero sobre todo productivo, que en Cartagena de Indias una ciudad con un millón de habitantes en la que vemos hoy un millón de oportunidades, comencemos a rescatar, reconocer y valorar nuestro talento humano, cultural, deportivo, social, empresarial porque gente como tú, hoy son nuestro más preciado patrimonio.

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