Una nueva tendencia está tomando fuerza en varias ciudades de China: mujeres que, agobiadas por el estrés, pagan a hombres por abrazos de cinco minutos. Todo comenzó con una joven universitaria que, abrumada por su tesis, ofreció dinero a cambio de un simple gesto de contención. El hecho se viralizó en redes sociales y desde entonces surgió un inesperado negocio emocional.
El llamado “servicio de abrazos” ofrece distintas tarifas según el lugar y la duración. Un abrazo privado de cinco minutos cuesta cerca de 7 dólares, mientras que, si es en espacios públicos como estaciones de metro, la tarifa baja a entre 3 y 5 dólares. Los hombres que prestan el servicio son seleccionados por su paciencia, apariencia y habilidades sociales, y muchos ya han registrado ganancias considerables.
Uno de los abrazadores más populares relató que ha dado 34 abrazos en pocos días, ganando alrededor de 240 dólares. Aunque para algunos esta práctica puede parecer extraña o superficial, para otros representa una forma válida de gestionar la soledad o el estrés cotidiano. El debate sobre pagar por afecto ya está instalado en la conversación pública.
