¡Ojo! El agua embotellada tiene más microplásticos que el agua de grifo
A estas alturas todos tenemos claro que beber agua ayuda a mantener la salud. Pero cuando lo hacemos, además del fluido, podemos estar ingiriendo diferentes compuestos y partículas naturales y artificiales que no resultan tan saludables si sobrepasan cierta concentración. Uno de ellos son los plásticos.
Los plásticos fueron fabricados por primera vez en el siglo XX para cubrir las necesidades de la sociedad del momento y gracias a sus extraordinarias características han permanecido entre nosotros ofreciéndonos múltiples soluciones.
Algunas de las propiedades que los convierten en perfectos materiales para ser usados en diferentes ámbitos de la sociedad son su gran diversidad de formas y tamaños, su resistencia, su impermeabilidad, su bajo coste de producción y su gran durabilidad. Todo ello permite fabricar un sinfín de productos con diferentes utilidades muy usados en nuestra vida cotidiana.
En los últimos años, se ha experimentado un notable aumento en la producción de productos plásticos, lo que ha dado lugar a la generación de aproximadamente 400 millones de toneladas de este material al año a nivel mundial. Esta cifra tan elevada y su gran durabilidad son la causa de grandes impactos negativos en el medio ambiente y en los seres vivos, ya que no se recicla el 100 % de los residuos plásticos producidos.
Una vez que estos plásticos ingresan al entorno natural, sufren un proceso de degradación, convirtiéndose en partículas cada vez más diminutas, lo que da origen a lo que conocemos como microplásticos.
Estos microplásticos se caracterizan por tener un tamaño que varía entre 1 μm y 5 mm. Ya se han encontrado en todos los entornos analizados –atmósfera, océanos, suelo…– e incluso en los alimentos y en el agua que bebemos.