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Turistas se aventuran a ver glaciares antes de que desaparezcan, a pesar de los riesgos

Durante el verano de 2019, Zach Sheldon, un experimentado guía turístico en Alaska, observó cómo enormes trozos de hielo se desprendían del glaciar Valdez y caían al lago. Al día siguiente, cuando llevó a su grupo de turistas a una cima para ver el paisaje, se percató de algo extraño en las aguas llenas de hielo. Tres personas habían quedado atrapadas cerca del borde del glaciar, bloqueadas por el aguanieve y los escombros.

Las víctimas, dos alemanes y un austriaco, se habían acercado demasiado al glaciar, probablemente atraídos por el llamativo color azul del hielo, sin saber que este tono indicaba que el glaciar estaba a punto de desprenderse. Esta escena refleja el riesgo creciente que muchos turistas están dispuestos a tomar para ver de cerca estos majestuosos paisajes naturales, cada vez más amenazados por el cambio climático.

El fenómeno conocido como «turismo de última oportunidad» ha ganado popularidad en los últimos años. Los turistas, movidos por el deseo de ver glaciares antes de que desaparezcan, están dispuestos a viajar a algunos de los lugares más remotos y peligrosos del planeta. Estos ríos de hielo, que han moldeado el mundo durante siglos, se están derritiendo rápidamente debido al calentamiento global, lo que los convierte en destinos irresistibles para los aventureros.

Sin embargo, a medida que los glaciares se derriten, se vuelven más accesibles pero también más inestables. El hielo en movimiento puede causar desprendimientos de rocas, grietas profundas y otros peligros inesperados. Las condiciones cambian rápidamente, lo que hace que incluso los guías más experimentados enfrenten desafíos impredecibles.

En Islandia, un destino popular para el turismo glaciar, la muerte reciente de una turista en una cueva de hielo generó un debate sobre los riesgos de estas expediciones. A pesar de estos peligros, el atractivo de los glaciares sigue siendo fuerte para aquellos que desean experimentar su grandeza antes de que desaparezcan para siempre.

Para muchos, la belleza efímera de los glaciares es una razón suficiente para asumir los riesgos, con la esperanza de ser testigos de un fenómeno natural que, en algunas décadas, podría convertirse en un recuerdo del pasado.

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