Abogado, especialista en Derecho Contencioso Administrativo, Gerencia pública y MBA
Un muy buen día llegó el momento para que Dau presentara a sus amigos de New York, nada que ver con los amigotes locales, la ciudad, hasta hoy, patrimonio histórico y cultural de la humanidad, la fantástica Cartagena, Dau se dispone a preparar su atuendo con matices caribeños, aunque duda entre una camisa con flores o una camisa a rayas con los colores de arcoíris.
Ya casi arriba el avión y sale raudo y veloz a recoger a tan prestigiosas personalidades, una vez en el aeropuerto, se anuncia la llegada del vuelo y la salida de pasajeros, ahí está William, con los brazos abiertos esperando para dar el saludo con todas las medidas de bioseguridad y proceder como máxima autoridad a mostrar la belleza de la ciudad que gobierna.
Se embarcaron en 3 camionetas rumbo a bocagrande y al atravesar la Avenida Santander Peter, con fluido inglés preguntó a William si Cartagena había salido victoriosa en la reciente guerra, sorprendido respondió que en su ciudad nunca hubo una guerra desde los tiempos de la independencia, el anterior cuestionamiento era por las troneras que tenía la vía que los recepcionaba, con tantas turbulencias al punto que algunos de los visitantes acusaban mareos. ¡Mal síntoma inicial y William comenzó a sentir vergüenza!
William hablaba, entre burlas, de cómo con su estrategia “anti malandrín”, que hoy sólo él se las cree, engaño a más de 100 mil habitantes de la ciudad que depositaron su confianza en él. La caravana avanzaba a trompicones y llegaron a ver por primera vez el mar sobre la Avenida Primera en Bocagrande, las olas del mar salpicaban los vehículos y el mar se adentraba en la vía haciendo reducir aún más la marcha, los gringos extrañados preguntaban ¿qué pasaba? William, contestaba con un inglés “machacado” que el proyecto de protección costera era una de sus banderas pero que en estos momentos estaba más enredado que la cabeza de los visitantes, en resumen, no supo que responder.
Llegaron al centro de la ciudad y a William se le ocurrió detener la marcha e invitó a sus amigos a caminar entre calles despedazadas, alcantarillas sin tapas, levantamiento de adoquines, por fin avizoraron la alcaldía luego del zigzagueo que generó en algunos malestar en la cintura, llegaron a su despacho, invitó a café, el prendió un cigarrillo y salió a la explanada que da la vista al muelle de los pegasos o de los “Pedazos” dado el deterioro. Los visitantes dada su ausencia se preguntaban a qué horas trabajaba, no veían actitud ni actividad de gobierno, igual guardaron silencio.
El cielo se encapotó y sucedió lo inesperado, un aguacero de padre y señor nuestro que tardó unahora, era tiempo de almorzar y la reserva en un restaurante cercano esperaba, al pretender salir a la calle, ¡oh sorpresa!, todo estaba inundado, no había forma de acceder a los carros, pero aparecieron quienes siempre “salvan la patria” los carretilleros.
El hambre asechaba y ese era un buen recurso alterno para poder llegar al destino y saciar el ayuno, subieron todos incluido William, mientras avanzaban por las calles que parecían ríos, los carretilleros comentaban a los visitantes que no habían visto nada, los barrios, colegios, hospitales estaban olvidados, que el mercado de Bazurto era un caos y sugirieron cuidarán sus pertenencias que la seguridad no era buena, en tanto empujaban sus carretas con la “gringuera” quien en medio de desilusiones y reclamos mostraban su descontento.
Luego de terminar un buen almuerzo solicitaron a William transporte para regresar al aeropuerto y así, volver a New York, consideraron que era suficiente lo que habían vivido en la ciudad y le dijeron con afecto que agradecían su invitación y que la próxima vez lo esperaban allá.
William entendió que la visita no estuvo a gusto, que fue mala idea mostrar su obra de gobierno, al rato llamó Abraham, su hijo, lo esperaba para tomar café en la tarde y armar el trancón frente al Centro de Convenciones que ya se hizo costumbre, olvidó rápido el mal momento que tuvo con sus amigos visitantes a quienes a partir de ese día graduó como la primera célula “malandrina” internacional, por las críticas respetuosas que le hicieron.
William continuó con su Reality y ese día grabó un par de tik toks esperando tener muchos likes, desconociendo cómo siempre que tener reconocimiento en redes no te hace un buen gobernante.
Felices sueños alcalde, que sigas descansando.