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Según científicos, un lago poco profundo en Canadá podría indicar el origen de la vida en la Tierra

Un reciente estudio, centrado en Last Chance Lake, un cuerpo de agua poco profundo situado sobre roca volcánica en la provincia de Columbia Británica, Canadá, podría estar develando misterios sobre los orígenes de la vida en la Tierra.

Según difundió CNN, el descubrimiento aporta nuevos datos que podrían avanzar en el entendimiento científico acerca de cómo comenzó la vida.

Publicado en la revista Natureel 9 de enero, este estudio presenta evidencias de que lagos ricos en carbonatos, similares al de Last Chance, podrían haber sido “cunas de vida” en los albores del planeta, tal como lo sugiere David Catling, coautor del estudio y profesor de geociencias en la Universidad de Washington.

La elección de Last Chance Lake como foco de investigación surgió tras una revisión literaria que reveló una tesis de maestría no publicada de los años 90, la cual registraba niveles inusuales de fosfato en este lago. “Pensamos que tenemos un lugar muy prometedor para el origen de la vida”, dijo Catling.

El fosfato, crucial para el ADN y el ARN, se encuentra en proporciones altísimas en Last Chance Lake (David C. Catling)

Este paradigma, que postula lagos poco profundos y salinos en lugar de un entorno oceánico para el surgimiento de la vida hace aproximadamente 4 mil millones de años, se contrapone a las teorías tradicionales y ofrece un nuevo enfoque en la búsqueda de los orígenes de la existencia humana.

El Last Chance Lake está ubicado en una meseta volcánica en Columbia Británica a más de 1.000 metros sobre el nivel del mar y posee las concentraciones más altas de fosfato jamás registradas en un cuerpo de agua natural en la Tierra.

Este lago, de no más de 30 centímetros de profundidad, ahora se presenta como una ventana crítica al entendimiento de las condiciones que podrían haber favorecido el origen de la vida en el planeta Tierra.

El fosfato, componente esencial de moléculas biológicas clave como el ADN, el ARN y el ATP, se encuentra en este cuerpo de agua en una proporción más de 1.000 veces superior a lo normal en océanos y lagos.

Sebastian Haas, investigador postdoctoral de la Universidad de Washington quien encabezó el estudio de esta peculiaridad química y microbiológica, destacó la importancia de estos hallazgos para comprender mejor los ambientes que pudieron haber sido propicios para el surgimiento de la vida en la Tierra.

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