Un legado inspirador: el carpintero que ahorró para llevar 33 jovenes a la universidad gracias a sus donaciones

Dale Schroeder, un humilde carpintero de Iowa, Estados Unidos, dejó una huella imborrable en su comunidad al fallecer en 2005. Con solo dos pares de jeans en su armario—uno para trabajar y otro para asistir a misa los domingos—Dale sorprendió a todos al revelar que había ahorrado 3 millones de dólares (2,7 millones de euros) a lo largo de su vida, un monto que destinó a financiar la educación universitaria de 33 jóvenes de su estado.
Según su abogado, Steve Nielsen, Dale era un hombre reservado pero de gran corazón. Su infancia estuvo marcada por dificultades, ya que su padre abandonó a la familia cuando él era pequeño, obligándolo a cuidar de su madre y hermana. A pesar de estas adversidades, Dale se destacó por su ética de trabajo y amabilidad, manteniéndose en la misma carpintería durante 67 años, a lo largo de tres diferentes dueños.
Nunca se casó ni tuvo hijos, pero su deseo de ayudar a otros se hizo evidente cuando, en junio de 2004, habló con Nielsen sobre su herencia. Para el abogado, el monto fue una total sorpresa; esperaba que tuviera algún ahorro, pero no una fortuna como esa. En abril de 2005, poco después de su conversación, Dale falleció y su legado se transformó en becas anuales para estudiantes de su comunidad.
Desde su muerte hasta 2014, la herencia de Dale benefició a un promedio de cuatro jóvenes por año en universidades estatales de Iowa. Los beneficiarios eran seleccionados entre 200 postulantes, basándose en su excelencia académica. Además, aquellos que no lograron obtener la beca completa también recibieron 5.000 dólares (4.500 euros) como apoyo. Estos estudiantes fueron apodados “Dale kids” y sus becas cubrían tanto la matrícula como los gastos de vida en el campus.
Dale deseaba ayudar a quienes se encontraban en situaciones similares a la suya, brindándoles la oportunidad de acceder a la universidad. Las reacciones de los beneficiarios eran, en su mayoría, de lágrimas y asombro al recibir la noticia.
La única condición que dejó fue que los jóvenes continuaran la “cadena de favores”. Como menciona Nielsen, aunque no pueden devolverle nada, sí pueden seguir su ejemplo de generosidad.