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Vacunación sin excepción

Por: Enrique del Río

Vivimos tiempos difíciles, en verdad sería un eufemismo decir solo eso, se trata de momentos de muerte, desesperación, decepción, desesperanza, ruina, angustia y melancolía; la lista puede seguir, pero creo que ya entendieron el punto. Colombia se derrumba, parece que navegamos sin timonel y solo sobrevivimos a los días aciagos esperando, nerviosamente, que el próximo traiga una milagrosa fórmula.

Nos cercó la desgracia, se armó la tormenta perfecta. El catastrófico virus, según expertos, muta de manera más poderosa, y la realidad lo confirma. Aquella demoníaca forma nos ha dejado una estela funesta al nivel de la más cruda película de terror. Ya los muertos no son fríos números, sino cálidos allegados, amigos y familiares, personas amadas cuya partida motiva un inagotable dolor. Los científicos han dicho que la única esperanza es la pronta y total vacunación de la población, que en muchos países desarrollados ha mostrado resultados satisfactorios.

En Latinoamérica la estadística de contagios y fallecidos es muy alta, de hecho, contrasta con el proceso de vacunación que anda con lentitud paquidérmica. Es increíble que estemos buscando inmunidad de rebaño, mientras solo una de cada diez personasha completado el esquema, tal como lo reporta la Organización Panamericana de la Salud, para quien, según su directora Carissa Etienne, el fin del Covid – 19 hace parte de un futuro lejano. Expresión nada alentadora.

Y es que, muy a pesar de la buena voluntad, en el proceso de vacunación existen todo tipo de talanqueras burocráticas, que en mi juicio de observador desprevenido son absurdas, en especial las que hoy, cuando hay oferta de vacunas, se enmarcan en límites territoriales y poblacionales, como si no estuviéramos ante un problema general, como si dudáramos de la importancia que representa estar todos inmunes.

Ya es hora de vacunar a quien esté dispuesto, sin que importe de dónde es, vive o viene, siempre que estén disponibles las reservas. Esperamos que la distribución de las 2.5 millones de dosis únicas de Janssen donadas por EE. UU. obedezcan a parámetros serios y lleguen a lugares donde sean deseadas. No sea que pase como en algunas de nuestras poblaciones en las quese dan el lujo de despreciar las que ofrecen.

Es peligrosa la campaña de desinformación que ha generado prevención sobre algunas marcas de vacunas que, siendo indeseadas por muchos, tampoco se las aplican a quienes están en disposición de ponérselas. No es momento para caer en trampas comerciales de eficacia, la mejor es la que se encuentra disponible. Y, para quien no ha iniciado el proceso de inmunidad, un día, una hora o un instante puede ser la diferencia entre la vida y la muerte.

   

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