Abogado, especialista en derecho constitucional
Los colombianos tenemos una pesada carga tributaria, que debemos soportar para saciar la ambición de la cantidad de corruptos que se han hecho elegir por voto popular y de sus amigos que ocupan cargos públicos, con la misión de favorecer su propia avaricia.
El gasto fiscal es demasiado alto, el capital del Estado no alcanza y nunca será suficiente, porque los dineros no llegan a su destino. Han celebrado contratos con sobrecostos y la mala calidad de las obras públicas –las que logran ejecutarse-, facilitan la fuga de los recursos.
Los planes de ayuda que diseñan para la alimentación escolar, terminan en los bolsillos de algunos políticos y de sus más cercanos amigos, cartelizan enfermedades graves como la hemofilia, con el propósito de inventarse gastos porconcepto de costosos tratamientos. Los bienes y servicios contratados por las entidades del sector público, en numerosos casos superan los valores del mercado.
El Estado se quedó sin empresas productivas, estas fueron vendidas y adjudicadas al sector privado, en los últimos años, hasta las carreteras han sido entregadas en concesión, generando grandes utilidades, pero costosas tarifas. Con todo esto, al gobierno no le queda otra opción que gravar con impuestos servicios esenciales. De los nuevos tributos, no se salva, ni la canasta familiar, siendo esta la más equivocada de las soluciones. Lo correcto sería el efectivo control de los recursos, la reducción de gastos inoficiosos, la implementación de un riguroso control a la contratación estatal, la correcta vigilancia en la ejecución de los contratos celebrados, la readquisición de las empresas productivas que alguna vez fueron estatales y hoy se encuentran privatizadas.
Para los que están en el poder resulta más fácil el aumento de la carga de impuestos al pueblo, que fortalecer los controles, el sistema judicial y construir cárceles para encerrar a los políticos y funcionarios corruptos.
El desconocimiento que mostró tener el Ministro Carrasquilla, respecto a los precios de la canasta familiar, es tan grande como la ignorancia que se tiene sobre la destinación de los impuestos y la forma en la que se hace la retribución de los recursos del Estado.
Como colombianos, estamos lejos de alcanzar la justicia y el progreso, tan distantes de la realidad, como el precio de los huevos del Ministro Carrasquilla.