Columnista

Reforma mental

Por: Óscar Borja

Abogado, especialista en derecho constitucional

Insiste el presidente Iván Duque y su ministro de hacienda en turno, José Manuel Restrepo, en la necesidad de aplicar una reforma tributaria para obtener los ingresos suficientes que financien la política social que se implementará en los próximos años. Proyectos como el “subsidio como Ingreso Solidario, Apoyo al Empleo Formal y Matrícula Cero para Personas Vulnerables, sería cubierto con $15,2 billones de pesos, que pretenden recaudar principalmente del sector privado.

Parece que la experiencia vivida con el exministro Carrasquilla, no fue suficiente. Que las manifestaciones, saqueos, desmanes y aún la muerte de     manifestantes y miembros de la fuerza pública, se olvidaron con facilidad.  

Hablar de reformas es una constante en nuestro País. Es común escuchar proyectos que pretenden transformar el sistema de justicia, la policía, la constitución, cuando el primer cambio que debemos implementar es aquel que busque transformar nuestra mente, para participar de manera activa  en la vida política y elegir correctamente a nuestros gobernantes.

La solución no está en la implementación de nuevos impuestos, hay que cuidar los recursos con los que cuenta el gobierno, buscar la manera de optimizar el presupuesto, controlar el derroche; y, sobre todo, que las empresas prestadoras de servicios públicos tengan mayor participación estatal para que se reiviertan las utilidades en el bienestar general. Necesitamos una transformación de pensamiento que impida que corruptos y delincuentes lleguen a ocupar cargos públicos.  

Si tanto anhelan reformar las condiciones políticas y sociales, un buen inicio sería la adecuación y construcción de más centros de reclusión, con elementos de producción para cumplir con el objetivo de una verdadera resocialización de los infractores de la ley, que las personas privadas de la libertad produzcan su propia alimentación, vestuario y sostenimiento.

Es la hora y el momento de sacar del camino a los contratistas que en convenio con los gobernares se han enriquecido mientras el pueblo se empobrece y desciende a la miseria. No debemos permitir reformas tributarias, ni reformas a la Constitución, cuando lo que necesita Colombia es un cambio radical en la administración pública y una reforma penitenciaria para tener asegurado el lugar de reclusión de todos los bandidos que desvían los recursos del País. No me cabe la menor duda, la primera y más grande reforma que necesitamos para salir de la miseria, es una reforma al pensamiento.

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